EL MISTERIO DEL FAUSTO: EL BARCO QUE DESAPARECIÓ 3 VECES

20 de julio de 1968. Islas Canarias, España. El barco pesquero “El Fausto” sale del puerto de las Puntas en la Isla del Hierro, rumbo a la isla de la Palma. La duración prevista del viaje era de un máximo de ocho horas. Pero El Fausto jamás llegó a puerto. Ninguno de sus tripulantes volvió a pisar tierra nunca más. Tanto el barco como su tripulación descansan para siempre en el mar. El enigma del Fausto, al que también han apodado El buque fantasma del Atlántico, sigue siendo hoy uno de los mayores misterios náuticos sin resolver.

El contexto de El Fausto: lugar, barco y tripulación

La historia tiene lugar en las islas Canarias, un archipiélago que forma parte del territorio de España aunque geográficamente se encuentran al noroeste del continente africano. Entre las islas el transporte se realiza mayormente por vía marítima.

Y en este contexto se sitúa el Fausto. El Fausto era un barco pesquero pero también se dedicaba al transporte de mercancías entre las islas.  Técnicamente era un barco de 13,80 metros de eslora y 18 toneladas de lastre que podía navegar a 7 nudos de velocidad.

La base del Fausto era el puerto del pueblo de Tazacorte, al oeste de la Isla de la Palma, y su dueño era Rafael Acosta. Los tripulantes habituales del Fausto eran cuatro marineros experimentados:

-Ramón Concepción de 47 años, el patrón del barco.

-Heriberto Concepción de 42 años y hermano de Ramón.

-Miguel Acosta de 43 años, primo de los hermanos Concepción.

-Viterbo Acosta en aquel entonces de 41 años, sobrino de Miguel.

Primera desaparición: el último viaje de El Fausto

El 20 de julio de 1968, el Fausto sale del puerto de Tazacorte en la isla de La Palma con rumbo a las Puntas en la isla del Hierro, a 98 kilómetros de distancia, para entregar un cargamento de explosivos y otros materiales. En la embarcación viajaban tres de los cuatro tripulantes habituales: los hermanos concepción y Miguel, pero no Viterbo. Este se había quedado en Tazacorte preparando las festividades de la Virgen del Carmen, que es la patrona de los marineros.

En la madrugada del 20 al 21 de julio, el Fausto zarpa de la isla del Hierro de vuelta a La Palma hacia las 2 de la mañana. A última hora, se había sumado a la tripulación el mecánico Julio García Pino, de 27 años. Julio también era de la isla de la Palma pero trabajaba en la isla del Hierro. Había perdido el último ferry a la Palma, pero necesitaba volver cuanto antes a casa, ya que su hija de tan solo unas semanas de vida estaba enferma.

La duración prevista del viaje de vuelta sería de unas ocho horas, así que se esperaba que llegasen a puerto ese mismo día hacia las 9 de la mañana. Por eso los únicos víveres que llevaban era agua y 10 kilos de fruta. Sin embargo, las horas pasaban y el Fausto no llegaba a puerto.

Aquel mismo día, el armador Rafael Acosta envió a otro de sus barcos a hacer la ruta del Fausto a la inversa, esperando que le avistasen de camino. Pero el otro barco no encontró ni rastro del pesquero.

Ante la preocupación por la desaparición del Fausto, se inició un dispositivo de búsqueda por mar y por aire con la ayuda del Servicio Aéreo de rescate, pero sin éxito. El Fausto parecía haberse desvanecido. No se lograba dar con su paradero ni comunicarse por radio con el barco.

Segunda desaparición: contacto con el barco Duquesa

El 25 de julio, un barco mercante inglés llamado Duquesa que volvía de Sudamérica informó por radio de su encuentro con el Fausto. El Duquesa había encontrado al barco canario a más de 100 kilómetros al oeste del pueblo de Tazacorte, en un lugar poco accesible donde no se le estaba buscando.

El barco Duquesa informó de que los tripulantes se encontraban bien, y que no habían sufrido ninguna avería mecánica, sino que habían perdido el rumbo. El Duquesa se había ofrecido a remolcarlos a puerto, pero los tripulantes del Fausto habían rechazado el ofrecimiento. El Duquesa les indicó el rumbo correcto y les aprovisionó de víveres y de combustible, ya que, como sabemos, el Fausto no iba preparado para una travesía larga.

Según la estimación del Duquesa, el Fausto llegaría a Tazacorte aquel mismo día hacia las 5 de la tarde.

Muy emocionados por las buenas noticias, los familiares de la tripulación y vecinos del pueblo prepararon una bienvenida en el puerto de Tazacorte para celebrar la llegada de El Fausto.

Sin embargo pasaron las horas y el Fausto no llegaba. Los barcos que habían zarpado a su encuentro para darle la bienvenida no le encontraron de camino. Las familias de los marineros se quedaron en el puerto toda la noche, esperando un milagro que no sucedió.

Al día siguiente volvió a reanudarse la búsqueda por mar y por aire. Varios aviones del servicio de rescate, y buques tanto militares como civiles recorrieron palmo a palmo la ruta que debería haber seguido el Fausto desde el lugar donde les encontró el Duquesa. El radio de acción se fue ampliando cada vez más, con lo que aquella se convirtió en la mayor búsqueda de desaparecidos de la historia de España. Pero no se encontró ni la más mínima pista. El Fausto había desaparecido por segunda vez.

El 7 de agosto de 1968 se puso punto final a la búsqueda del barco y su tripulación, dándoseles por perdidos en el mar. La conclusión fue que, si no se había localizado al pesquero mediante una operación tan amplia, tenía que ser por fuerza porque el barco se había hundido.

Tercera desaparición: encuentro con el Anna di Maio

Dos meses después, el 9 de octubre, un barco italiano llamado Anna di Maio comunica por radio que ha encontrado a la deriva a otro barco que han reconocido como el Fausto por su matrícula.

El Fausto navegaba a la deriva como un barco fantasma en las proximidades del Trópico de Cáncer, a 1.200 millas de la isla de la palma y 1.700 millas de las costas de Venezuela, que era a dónde se dirigía el barco italiano. Estaba literalmente en mitad del océano, a medio camino entre las islas Canarias y América.

Cuando el primer oficial del Anna di Maio entró en el Fausto, se encontró en la sala de máquinas con un único cadáver, desnudo y parcialmente momificado. Por la descripción, ya que se trataba de un hombre joven y tenía una cicatriz que le identificaba, se asumió que se trataba de Julio García Pino. Por lo demás no tenía ninguna pertenencia que le identificase. De los otros tres marineros no había ni rastro. Tampoco aparecieron en el Fausto ni un cuaderno de bitácora o un diario de a bordo.

Sí se encontró una pequeña libreta que parecía ser de Julio, que tenía todas las páginas arrancadas excepto la última. En esta última página Julio le había escrito una especie de carta de despedida a su mujer, Luz María.

Otro giro extraño de la historia es que mientras el barco italiano estaba remolcando el Fausto hasta Venezuela, que era a donde ellos se dirigían, el cabo con el que lo remolcaban se soltó. Según reportó el Anna di Maio, el día 11 de octubre el Fausto volvió a perderse en el mar, esta vez para siempre. Se cree que en esta ocasión no se quedó a la deriva, sino que se hundió. Por lo tanto, no se tuvo acceso al barco ni al único cadáver que había en su interior para hacer más averiguaciones.

En Venezuela, la tripulación del barco Anna di Maio entregó al cónsul de España los documentos encontrados en el Fausto, entre ellos la nota de Julio García Pino. Esa nota escrita a lápiz llegó posteriormente a manos de su viuda. Era en parte una despedida y en parte una especie de testamento, donde le decía cómo gestionar sus bienes. Julio también le pide a su esposa que no le cuente nunca a Julín, que era su hijo de 4 años, lo que le había pasado a su padre. Esto nos da a entender que debía de haber pasado algo muy turbio, pero no sabemos qué.

¿Qué pasó en el Fausto? Posibles explicaciones

El autor canario Luis Javier Velasco Quintana escribió el libro más completo sobre este caso, recopilando toda la información disponible hasta el momento. El libro se titula El Fausto: Historia y Misterio de una Tragedia. Luis Javier Velasco cree que en las páginas arrancadas de la libreta de Julio García Pino está la clave de lo que pasó en el Fausto. Allí Julio habría escrito el desarrollo de los acontecimientos. Pero alguien arrancó todas las hojas excepto la última con la nota de despedida.

Las hipótesis sobre lo que le pasó al Fausto y a su tripulación son muchas y muy variadas. Según algunas que ya circulaban en la época, la tripulación había tratado de huir a Venezuela, ya que en aquella época España estaba bajo el régimen franquista y había mucha escasez. Esta teoría queda descartada, ya que todos los marineros tenían familia e hijos pequeños. Sin ir más lejos Julio deseaba llegar cuánto antes a La Palma para estar con su bebé enferma. No parece muy lógico que quisiesen huir sin su familia. Además, tampoco llevaban ni comida ni combustible suficiente para hacer un viaje de más de unas pocas horas.

Otra hipótesis era que el barco fue secuestrado por un militar nazi fugado o en otra variante un militar desertor del régimen franquista, que los usó para tratar de huir del país. Esto más que una hipótesis es una especie de leyenda urbana que también es altamente improbable.

Algunos han apuntado que podría haber surgido un conflicto que acabó mal entre los mismos hombres que componían la tripulación. Esto también es muy improbable según las numerosas entrevistas y declaraciones de sus familiares, así como de Vitalbo, el cuarto tripulante que no iba en el barco aquel día. Tres de ellos eran familia, y el cuarto, Julio, que era el único elemento ajeno, por decirlo así, no era un completo desconocido. Él y los otros tres hombres se conocían y tenían cierta amistad.

Otra teoría habla de tráfico de armas o de drogas, pero también es altamente improbable. Los cuatro hombres eran gente humilde, padres de familia, sin el más mínimo indicio de estar metidos en asuntos turbios.

En opinión de Luis Javier Velasco, que es quién más ha estudiado el misterio del Fausto, la tragedia se debió probablemente a una serie de desafortunadas casualidades. Extrañamente no fue posible localizar al barco a pesar del enorme dispositivo de búsqueda desplegado. Por otro lado, el Fausto volvió a perder el rumbo después de encontrarse con el Duquesa. Además parece que la radio no les funcionaba, aunque es raro que esto no se lo comunicasen al Duquesa. ¿Y qué pasó con los tres cadáveres que no se encontraron en el barco? ¿Quién arrancó las hojas que faltaban en el cuaderno de Julio? ¿Cómo es posible que el cabo se soltase mientras el Anna de Maio remolcaba al Fausto?

Todos estos son misterios que probablemente se quedarán sin resolver para siempre.

Fuentes consultadas y fotografías:

Sitio web dedicado al misterio de «El Fausto»: http://www.elfausto.es/p/el-barco.html

Artículo muy completo sobre el suceso: https://cronicasdesanborondon.es/el-fausto-el-barco-fantasma-de-canarias/

-Libro de Luis Javier Velasco: El Fausto. Historia y misterio de una tragedia