Grecia, siglo IV antes de Cristo. Platón describe por primera vez en sus diálogos platónicos una legendaria isla de civilización avanzada en un pasado remoto, ubicada más allá de las columnas de Hércules, en el lugar en que hoy se encuentra el Océano Atlántico. Nos encontramos ante el nacimiento de una de las mayores leyendas de la historia de la humanidad: el mito de la Atlántida.

El origen de la leyenda: los diálogos Timeo y Critias

La leyenda de la Atlántida es una de las historias más enigmáticas y fascinantes de la antigüedad, que describe una civilización utópica y su posterior caída debido a la ira de los dioses. Para conocerla y entenderla en su contexto, debemos acudir a su fuente original, los diálogos de Platón.

Platón vivió entre los siglos V y IV antes de Cristo, en una época de profundos cambios políticos y filosóficos en Grecia. La mítica isla de la Atlántida aparece en dos obras suyas como ejemplo de un estado ideal, pero también es una reflexión sobre la corrupción de las sociedades y las consecuencias de la ambición desmedida.

La primera mención que se conoce de la Atlántida aparece en dos diálogos platónicos titulados Timeo y Critias. Los dos diálogos forman parte de una misma conversación en el que participan Sócrates, Timeo de Locri, Hemócrates de Siracusa y Critias de Atenas.

La historia de la Atlántida nos llega de boca del personaje llamado Critias. Este menciona una antigua leyenda que le había contado su abuelo, también llamado Critias, cuando él era un niño. Se trataba de las hazañas de una civilización desaparecida conocida como la Atlántida, que habían sucedido en tiempos muy remotos.

La leyenda llegó a oídos de su abuelo a través de Solón, que era uno de los Siete Sabios de Grecia y muy amigo de Drópide, el bisabuelo de Critias. Durante un viaje a Egipto, un sacerdote le relató a Solón la historia de la mítica Atlántida, sus tiempos de esplendor y su posterior caída y desaparición. Supuestamente Solón le transmitió la historia al abuelo de Critias, ejerciendo de intermediario entre el sacerdote egipcio y la posteridad.

La historia de la Atlántida narrada por Critias

Según relata Critias, nueve mil años antes de la época de Platón se había producido un conflicto entre Atenas y la Atlántida, pero Atenas logró frenar la marcha del imperio Atlante, que pretendía invadir Europa y Asia.

En aquella época se podía atravesar el Océano Atlántico por tierra, ya que allí era donde se encontraba la gran isla de la Atlántida. La isla era mayor que Libia y Asia juntas, y estaba situada justo delante de la desembocadura de las columnas de Hércules, conocidas como las Columnas de Herácles por los griegos.

En la antigüedad las Columnas de Hércules eran las dos formaciones rocosas ubicadas a los lados del estrecho de Gibraltar: el Peñón de Gibraltar en el lado europeo y el monte Jebel Musa en el lado africano.

Obviamente Critias se refería solo a la parte de Asia que conocían los griegos en aquella época, pero aun así se estaba refiriendo a un territorio considerable.

Los orígenes: la isla gobernada por Poseidón

En un pasado remoto, cuando los dioses se repartieron el mundo, a Poseidón le tocó en suerte la isla de la Atlántida. En el centro de la isla, en una colina encima de una gran llanura, habitaba una mujer mortal llamada Clito. Poseidón se unió a ella, y juntos procrearon a cinco pares de gemelos varones.

Poseidón creó dos anillos concéntricos de tierra y tres de mar para proteger la colina en el centro de la Atlántida, dividiendo la isla en diez partes, que repartió entre todos sus hijos. La llanura central le tocó a su primogénito, que supuestamente se llamaba Atlas y fue quien le dio nombre a la isla y al océano Atlántico. Además, Poseidón nombró a Atlas rey de toda la Atlántida, mientras que sus restantes nueve hijos eran gobernadores de sus respectivas regiones.

La Atlántida era un próspero imperio provisto de grandes riquezas naturales. Un producto de la minería del lugar era un misterioso metal precioso llamado oricalco, que se caracterizaba por su hermoso brillo y gran valor. La naturaleza producía en abundancia cereales, legumbres, frutas, maderas, flores y plantas. En cuanto a los animales, abundaban tanto los domésticos como los salvajes, pero una especie numerosa en la Atlántida eran los elefantes.

Gracias a esta gran cantidad de recursos naturales, los atlantes disponían de madera y piedra en abundancia para construir templos, palacios, puentes, murallas, barcos…

Los tiempos de prosperidad: vida y organización en la Atlántida

Para facilitar el comercio marítimo y la comunicación con otros territorios, la Atlántida tenía un gran canal que llegaba hasta el anillo exterior donde se erigía un gran puerto marítimo. Los puentes de los pasajes que daban al mar estaban protegidos por torres y puertas defensivas, para permitir o restringir el acceso. Los territorios concéntricos también estaban conectados por puentes que se erigían sobre los anillos de agua.

En el corazón de la isla se encontraba la antigua metrópolis, donde se ubicaban las viviendas y comercios, y se realizaban las actividades cotidianas. La metrópolis estaba conectada a través de puentes a los anillos de tierra exteriores, que contenían los recursos naturales y la infraestructura.

En el centro de la metrópolis, sobre la colina, se erguía la acrópolis, el lugar fortificado donde se encontraba el palacio real. Dentro del palacio real estaba el templo consagrado a Clito y Poseidón, rodeado de una valla de oro, conmemorando el lugar donde concibieron la estirpe de las diez familias reales de la Atlántida.

La acrópolis se encontraba fortificada por una muralla recubierta de brillante oricalco, y toda la isla interior estaba a su vez rodeada de una gran muralla defensiva.

Dada la gran riqueza mineral de la Atlántida, las piedras que se extraían de su superficie eran blancas, negras y rojas, lo que le confería un aspecto muy característico a sus construcciones.

El exterior del templo de Poseidón estaba recubierto de plata con cúpulas de oro. En el interior, el techo era de marfil, plata, oro y oricalco, mientras que el suelo, las paredes y las columnas estaban recubiertas por el mítico oricalco. Además, las numerosas estatuas que había dentro del templo eran de oro.

La Atlántida también poseía impresionantes instalaciones, que eran consideradas de lujo en la época, como baños termales alimentados por manantiales de agua caliente y fría que brotaban de la tierra. Tanto en la isla central como en los diferentes anillos de tierra había abundantes jardines, templos y gimnasios. Las zonas más externas y menos pobladas de la Atlántida estaban rodeadas por bellos paisajes montañosos, ríos, lagos, variados bosques y frescas praderas, como si de un paraíso terrenal se tratara.

El gobierno de la Atlántida: monarquía en coalición

La sociedad atlante estaba gobernada por una monarquía, que se transmitía de padres a hijos varones. Desde el principio, la isla tenía diez regiones gobernadas por diez reyes. Los diez gobernadores se reunían alternativamente cada cinco o seis años, para honrar igualmente a los pares y a los impares. El lugar donde se reunían era el templo de Poseidón, en el centro de la isla, donde estaban escritas las leyes en una columna de oricalco. Junto a las leyes también había escrita una maldición que auguraba grandes calamidades para quien desobedeciera la jurisdicción.

En el curso de cada una de esas reuniones los diez reyes debían juzgarse unos a otros para asegurar la transparencia del gobierno. Pero antes debían ofrecer un toro a Poseidón, de los muchos que corrían sueltos por el templo. Para ello debían cazar al animal sin armas, tan solo con la ayuda de una red, y después sacrificarlo según la tradición. Seguidamente se repartían la sangre del toro, realizaban un juramento de fidelidad a la ley y se la bebían, para pasar a juzgar a los que habían infringido alguna ley. Para realizar este ritual, se ponían unas túnicas de color púrpura. Al hacerse de día, cuando terminaban de juzgar, escribían lo juicios en una tablilla de oro que entregaban como ofrenda junto con las túnicas rituales.

En lo que respecta a la organización del gobierno, los atlantes tenían leyes muy claras. Cada uno de los reyes gobernaba sobre su propia jurisdicción, teniendo el poder de imponer castigos y penas de muerte sobre quien desobedeciera la ley. Pero la regla más importante era que no debían atacarse nunca unos a otros, y estaban obligados a ayudarse uno a otros en caso de que surgiese un conflicto en una de las regiones. También estaban comprometidos a luchar en común en caso de guerra con pueblos externos, y estaba establecido con qué cantidad de soldados y carros de guerra debían contribuir en este caso. Además, ningún rey podía matar a ninguno de sus parientes sin la aprobación de más de la mitad de los diez.

La cólera de Zeus: caída y destrucción de la Atlántida

Durante muchas generaciones todo transcurrió según dictaban las antiguas leyes y el imperio atlante prosperó, viviendo en armonía y disfrutando de sus riquezas y recursos naturales. Pero con el tiempo su raza fue perdiendo la herencia divina que procedía de Poseidón, porque las progresivas generaciones de atlantes eran producto únicamente de la reproducción entre humanos. Y así fue como su carácter se fue pervirtiendo, volviéndose cada vez más soberbios y hambrientos de poder.

En este punto fue cuando el dios Zeus decidió castigar a los atlantes por su hubris, el término griego que se refería a la arrogancia desmedida. Probablemente esta fue la razón por la que la Atlántida se hundió en el mar desapareciendo para siempre, tras sufrir una serie de cataclismos en forma de terremotos y diluvios. Pero el castigo divino no se menciona directamente en el final de la obra, ya que el diálogo está incompleto y termina de forma abrupta. Se menciona que Zeus deseaba darles un castigo a los atlantes por comportarse de manera indigna, pero no se concreta nada más.

Esto lo deducimos del relato de Critias que menciona al principio de su disertación que la Atlántida desapareció debido a la soberbia de los atlantes, hundiéndose a poca profundidad en el mar, y que en su lugar quedó una ciénaga intransitable que no permitía navegar por allí, por lo que ya no se podía atravesar esa zona. Por lo tanto, basándonos en su versión podemos suponer que el castigo divino que planeaba Zeus era enviarles una serie de desastres naturales que terminaría por hundir la isla.

¿Existió la Atlántida? Interpretación del relato platónico

Posteriormente se ha escrito mucho más sobre la mítica isla de la Atlántida, pero estos diálogos platónicos son la única fuente primaria que existe sobre ella. De aquí parten todas las ampliaciones, teorías, hipótesis y formulaciones posteriores.

Aunque lo más probable es que se trate de un relato alegórico, puede ser que Platón no se inventase todos los elementos de la leyenda, sino que en algunas partes se inspirase en eventos y lugares que ya existían. Algunos historiadores señalan como fuente de inspiración las guerras médicas contra los persas o la desaparición de la civilización minoica en Creta por la irrupción volcánica de la isla de Thera. Según esta interpretación, Platón habría tomado ciertos elementos reales de acontecimientos históricos de su tiempo como inspiración para construir su mito, no para darles una interpretación literal. La civilización persa real no coincide con las características atribuidas a la Atlántida, ni tampoco su ubicación. Históricamente no se tiene constancia de ninguna civilización antigua conocida proveniente de una isla legendaria que hubiese conquistado Europa, Asia y Libia.

Tampoco hay ni parece que haya habido ninguna ciénaga intransitable en el océano, en el lugar donde supuestamente estaba la Atlántida, tal y como  describe el personaje de Critias.

En la historia de Platón aparecen ciertos elementos simbólicos propios de los mitos, como la creación divina de la raza atlante a partir del dios Poseidón, o la fecha en que sitúa Platón los acontecimientos. Habla de nueve mil años antes de la época de Solón, que vivió entre los siglos VII y VI antes de Cristo. Esto nos situaría aproximadamente en el 9600 a.C. en el periodo Mesolítico, una época de la prehistoria que se sitúa entre el Paleolítico y el Neolítico. Durante el Mesolítico todavía no había culturas ni civilizaciones desarrolladas en el sentido en que las entendemos actualmente, y ciertamente tampoco existía la civilización griega.

Esto hace pensar que la fecha que menciona Platón es una exageración para indicar que los eventos que relata Critias sucedieron en un pasado legendario y muy remoto.

Cabe destacar que para resolver el problema de la cronología se ha apuntado la posibilidad de que en lugar de hablar de nueve mil años, los sacerdotes egipcios se refiriesen a nueve mil lunas. Según esto algo que ocurrió hace 9,000 «lunas» sería aproximadamente equivalente a unos 727 años solares en términos modernos. 727 años antes de la época de Solón nos llevaría alrededor del siglo XIII a.C. Este período histórico correspondería a la Edad del Bronce Tardío en la región del Mediterráneo, una época en la que varias civilizaciones antiguas estaban en su apogeo, como los hititas, los micénicos y el Imperio Nuevo de Egipto.

Otro dato curioso sobre el relato de Platón es la figura de Atlas. Ya existía un personaje llamado Atlas en la mitología griega, que no tenía nada que ver con el Atlas de este mito platónico. Era un titán, hijo de Jápeto, no de Poseidón, que fue castigado por Zeus a sostener la bóveda celeste.

Por todas estas razones, en líneas generales en la la antigüedad se consideraba que la historia de la Atlántida era un mito.

Pero según una cita textual de Critias:

 “Nos agradan los temas celestes y divinos incluso cuando son expuestos con escasa verosimilitud, pero analizamos minuciosamente los mortales y humanos»

Y esto es exactamente lo que sucede con la Atlántida. La dimensión divina y mística ha sido aceptada como un elemento simbólico de la narrativa de Platón, mientras que la parte histórica y geográfica es lo que ha despertado y sigue despertando gran controversia y especulación.

Teorías e hipótesis sobre la Atlántida a través de los siglos

Por eso en el siglo XVI, a raíz del descubrimiento de América, volvió a despertarse el interés sobre la Atlántida. Algunos cronistas e historiadores especularon entonces sobre la posibilidad de que la leyenda estuviese basada en un conocimiento difuso sobre una tierra desconocida al otro lado del Atlántico. Se empezó a desarrollar una corriente que conectaba las antiguas culturas mayas y aztecas con el antiguo mito platónico.

El historiador español Francisco López de Gómara fue el primero en afirmar que Platón debía haberse referido a las Américas en su relato. En su Historia General de las Indias en 1552 escribió literalmente: «No hay para qué disputar ni dudar de la isla Atlántide, pues el descubrimiento y conquistas de las Indias aclaran llanamente lo que Platón escribió de aquellas tierras”.

Siguiendo esta misma teoría existe un mapa muy curioso que data de 1669, realizado por el cartógrafo francés Nicolás Sanson y posteriormente ampliado por su hijo Guillaume Sanson. En el mapa se muestra cómo había sido el continente americano antiguamente, dando por supuesto que se trataba de la Atlántida. El continente está cartografiado como se conocía en aquella época, por lo que en este mapa California es una isla. Pero lo más sorprendente es que tanto América del Norte como América del Sur aparecen identificadas como “Atlantis Insula” o “La isla de la Atlántida”. En las segunda edición del mapa, Guillaume Sanson añadió incluso las diez regiones de la antigua Atlántida con el nombre de los diez hijos de Poseidón.

Por su parte el jesuita alemán Atanasius Kircher fue el primero en afirmar que la leyenda de la Atlántida tal y como la contaba Platón era real. En su mapa de la Atlántida que aparece en la obra Mundus Subterráneus de 1665 la Atlántida no se identifica con el continente americano sino que es un territorio independiente, situado en medio del océano atlántico. Cabe destacar que en el mapa de Kircher el norte está en la parte inferior del mapa, con lo que el continente americano aparece a la derecha y África a la izquierda.

Pero a medida que se iba conociendo mejor el Nuevo Mundo, todas estas teorías se fueron descartando, hasta que nos situamos en el siglo XIX.

Entonces cobraron gran popularidad las teorías del escritor estadounidense Ignatius Donnelly, expuesta en su libro de 1889 titulado La Atlántida: el mundo antediluviano. Aquí Donnelly realiza una comparación de la cultura, civilización, mitología y elementos religiosos de diversos pueblos europeos, asiáticos y de Centroamérica, encontrando muchas similitudes que para él demostraban que la Atlántida había existido en tiempos antediluvianos y que había estado en contacto con el Nuevo Mundo y el viejo continente.

Del recuerdo difuso de la Atlántida habrían surgido los mitos posteriores del Edén, el Jardín de las Hespérides o el Monte Olimpo, y los antiguos reyes atlantes acabarían siendo elevados a la categoría de dioses en las diferentes culturas.

Las teorías de Donnelly se hicieron bastante populares, pero los expertos las acogieron con escepticismo, ya que solo se había limitado a comparar mitos y costumbres y luego a dar su opinión sin ningún rigor científico.

En el siglo veinte aparecieron bastantes más teorías sobre la Atlántida, algunas totalmente desvinculadas de cualquier disciplina científica, como las surgidas dentro de las corrientes teosofícas y ocultistas. Dentro de este ámbito, un famoso vidente norteamericano llamado Edgar Cayce se hizo muy conocido por sus lecturas sobre la Atlántida.

Cayce era experto en leer registros akásicos, que son la memoria energética de la humanidad, y a través de canalizaciones psíquicas descubrió que supuestamente la civilización atlante desarrolló una tecnología avanzada comparable a la de la época actual, y que sufrió múltiples destrucciones, situando la tercera y definitiva en el año 10 mil antes de Cristo. La trama de Edgar Cayce sobre este continente perdido es sumamente compleja. Podríamos decir que su teoría constituye una saga mitológica por sí misma. De hecho, de la Atlántida que habló Platón solo queda prácticamente el nombre.

En la década de mil novecientos setenta el escritor Charles Berlitz popularizó la teoría de que la Atlántida había estado ubicada en el triángulo de las Bermudas, donde se han producido numerosas desapariciones inexplicables de barcos y aviones.

Territorios «candidatos» a haber sido la ubicación de la Atlántida

Además del triángulo de las Bermudas, hay infinidad de territorios que según diferentes hipótesis son candidatos a haber sido la Atlántida, sin importar si se encuentran o no en el océano atlántico frente a las columnas de Hércules. 

Uno de ellos es la Isla Santorini, también conocida como Thera, en el mar Egeo, donde se produjo una erupción volcánica alrededor del 1600 aC que devastó la civilización minoica en la isla de Creta y que algunos creen que podría haberle servido de inspiración a Platón.

Las ruinas megalíticas de Tarxien en Malta también han ocupado su lugar en el ranking, ya que algunos investigadores han encontrado ciertas similitudes arquitectónicas entre sus estructuras de piedra y las que se describen en los diálogos platónicos.

Otra conexión que se ha hecho ha sido con las antiguas civilizaciones del Mar Negro, como los tracios o los míticos pelasgos.

Otras teorías vinculan el archipiélago de las Islas Canarias, situado en el Atlántico, con los restos de una isla más grande que se hundió en el pasado.

La teoría de la Plataforma de las Azores es bastante similar, sugiriendo que la plataforma submarina de las islas Azores en el océano Atlántico central podrían ser los picos de las montañas más altas de la Atlántida sumergida.

El Caribe y las islas de Bimini en las Bahamas también se han destacado como candidatas a ser los restos de la antigua Atlántida. En concreto, en la década de 1960 se descubrió una formación de piedra conocida como Bimini Wall, que según algunos podrían ser restos de la Atlántida, aunque según los estudios se trata de una formación geológica natural.

Teorías más recientes sitúan reminiscencias de la antigua Atlántida en el Golfo de Cádiz en España, basándose en la geografía submarina de esa zona. En el diálogo platónico Critias cuenta que el segundo hijo de Poseidón se llamaba Gadiro, y que la región de la Atlántida que le tocó gobernar se llamaba Gadiria, la zona más externa junto a las columnas de Hércules. Esto nos hace pensar en Cádiz, una ciudad del Sur de España cuyo nombre procede de la voz fenicia “Gadir”, que significa fortaleza. Según Critias los nombres de Gadiro y Gadirica provenían del idioma nativo supuestamente atlante, aunque Gadir proviene del fenicio.

Esta teoría está emparentada con la que propone una conexión entre la mítica isla y la antigua civilización de Tartessos, que se ubicó en lo que hoy es el sur de España y de Portugal.

Otras teorías sitúan la Atlántida en lugares cada vez más alejados, como Islandia, en base a su actividad geotérmica y geológica, o la Antártida, sugiriendo que la estructura subglacial conocida como la “pirámide de la Antártida” podría ser un remanente de la isla perdida.

Precisamente para evitar que las hipótesis y especulaciones se vayan de las manos, en julio de 2005 se celebró el Primer congreso de las hipótesis de la Atlántida en la isla griega de Milo. Se trata de un congreso que se puede considerar serio en términos académicos, ya que participaron en él investigadores profesores de diferentes universidades. Su finalidad no era localizar la ubicación de la Atlántida ni decidir si el mítico continente perdido existió realmente o es solo una leyenda, sino examinar las teorías que ya existen y establecer unas pautas que deberían cumplir las hipótesis sobre la Atlántida. En el congreso se establecieron 24 criterios que establecen un marco para evaluar las teorías existentes y ayudar a distinguir las que mejor se ajustan a la descripción de Platón en sus obras «Timeo» y «Critias». Por ejemplo, un criterio muy importante para cualquier territorio candidato a ser la isla perdida es que se encuentre ubicado en el lugar donde mencionó Platón, frente a las columnas de Hércules.

Es interesante observar que el mito filosófico creado por Platón terminó convirtiéndose en leyenda por razones diferentes a las que él deseó darle. Aun aceptando la teoría de que se trata de una historia alegórica como sostienen la mayoría de los expertos, la narrativa de la Atlántida ha perdurado a través de los siglos, elevándola a una dimensión legendaria.

No importa si es un mito o una realidad perdida en las brumas del tiempo, la Atlántida seguirá siendo un enigma que nos recuerda la capacidad de la humanidad para imaginar, especular y explorar lo desconocido.